12 abr 2012

Bueno, Es Simpática

El otro día hablaba con un amigo sobre relaciones y asuntos de alcoba con mujeres poco agraciadas. En un atisbo de sabiduría popular me dijo “para torear en La Maestranza hay que torear en plazas de segunda”. Perplejo, ojiplático y absorto, tardé en reaccionar –todo hay que decirlo – pero comencé a darle vueltas.  La frase en cuestión tiene mucha tela que cortar, así que, traje de luces, montera, capote, espada y al toro. En este post “Bueno, es simpática” nos centraremos en las plazas de segunda, o sea, en las feas.

Usted –caliente lector– tiene un ogro escondido en el armario, porque todos los hombres tienen un ogro que ocultar. Es decir, todos los tíos tienen una tía fea con la cual se han acostado y la tienen escondida, vamos, que no alardean de ello, más bien todo lo contario. Así que, antes de nada les pongo en situación.

Hora trágica, 6 de la mañana, en cualquier antro, ahí está usted: soltero, borracho, caliente, sin ligar, acordándose de aquella novia que tuvo y no ha conseguido olvidar, y sintiéndote la mayor mierda que pisa la tierra. De repente, aparece ella –la fea–, que ya saben “lo que a las 3 de la mañana es tocino, a las 6 es jamón”, ¡Bendito alcohol!.

¡Por Dios, si lleva unos zapatos blancos!
Para usted, ahora mismo, ella es la mayor belleza que pisa la discoteca. Ella es como un trozo de madera en un naufragio, un clavo ardiendo (ya me entienden), se agarrará a ella como si le fuese la vida en ello. Porque si, porque ellas deberían ser recetadas por la Seguridad Social ante momentos largo de abstinencia y/o de calentón extremo. Aunque eso sí, alertando de los efectos secundarios, que en el momento del flirteo no importan, pero luego se tienen:
  • Vergüenza propia o ajena.
  • Risas, bromas y burlas de tus amigos y/o compañeros de fiestas (durante y después del acto).
  • Preguntas sin respuesta
  • Maldiciones
En la discoteca donde usted le está dando besos y magreando, mientras sus amigos se ríen de usted y le intentan persuadir para que ceje en la humillación. Le advierten con gestos y palabras que pare que “es muy fea”, pero ya no hay marcha atrás. De la discoteca a su casa (sea discreto, cuánta menos gente le vea, mejor), y de ahí a "xxxxxx". Al día siguiente suceden los dos momentos apoteósicos:

Al despertar
Cuando usted despierta, gira la cabeza y la encuentra a su lado durmiendo. Levanta las sábanas y si, desnudos, con todo hecho. Momento de “tierra trágame”, de preguntas varias, arrepentimientos, maldiciendo el alcohol. Situación incómoda donde lo mejor que le puede pasar es huir (no hay otra palabra más adecuada) sin que ella se despierte. Bastante humillación tiene todo lo anterior.

Con los amigos
El momento cumbre de todo sucede con los amigos, donde deberá a responder a sus preguntas, pero sobre todo a esta: ¿cómo te pudiste liar con la fea de ayer? Típicas respuestas/escusas que suelta “el fucker”:
  • El día me pilló inspirado (¿inspirado?) o dio la casualidad (¿casualidad?). Tiene las tetas grandes o tiene un buen culo (No, no es suficiente).
  • La mejor respuesta: bueno, es simpática. ¿En serio? ¿Piensas eso? ¡Vega ya!.
Un no rotundo a todo lo anterior. Le voy a contar lo que le pasó realmente: “el fucker” tenía un calentón de un par de narices, y esa era la única solución, solución de emergencia, pero solución al fin y al cabo. Bueno, era eso o la masturbación, que como complemento está bien pero como única solución es triste. Así que no hay más, te has liado con una fea porque estabas caliente como una perra.

Así que para concluir dos cosas:
  • Primero, usted aguante el tirón y la guasa de sus amigos, que como dicen en mi pueblo “más vale conejo sucio que dos pajas limpias”.
  • Segundo, hay algo peor todavía, y es que el ogro te rechace. Entonces si ¡tocado y hundido!.  

1 comentario:

  1. Todo esto que hay escrito es sin acritud, no se molesten. Todas las hostias que merezco, los unfollows, la no amistad, el escupirme por la calle y demás lindezas, por favor con un poco cariño. Que sí, que sí, que la belleza está en el interior. Qué Dios me va a castigar con una de ellas, Qué mi hijas van a ser así… No, no tengo sensibilidad, ni corazón, soy un cabrón, machista y misógino.

    ResponderEliminar